4 falsos mitos sobre el estándar Passivhaus - SLOWHAUS

Como en tantas otras innovaciones, más en un sector tan poco proclive a los cambios como la construcción, el estándar Passivhaus está rodeado de falsos mitos. La lista es amplia, y llena de malentendidos y prejuicios: es muy caro, no se pueden abrir las ventanas, no funciona en clima mediterráneo… Para facilitaros un poco la vida, hemos seleccionado los que consideramos de más enjundia, a ver si así se os aclaran un poco las ideas.

Falso mito 1: mi casa ya está muy bien aislada

Esta es una de las “cantinelas” que más oímos los arquitectos cuando le hablamos de las bondades del Passivhaus a un posible cliente. Mucha gente cree que su casa ya está bien aislada, y piensa que el estándar no les aportará nada más. Como ya explicamos en una entrada anterior, el Passivhaus es mucho más que un buen aislamiento, incluyendo otras medidas como las carpinterías de altas prestaciones, la hermeticidad o la ventilación mecánica controlada con recuperación de calor.

Un buen aislamiento puede estar bien, pero no garantiza las prestaciones que da una vivienda hecha bajo las exigencias del estándar Passivhaus. De hecho, un edificio con calificación energética A no llega a los niveles de exigencia de Passivhaus. Para que lo entendáis, estaríamos hablando de, en una escala de 0 a 10, un 7 para una vivienda calificada como A, frente a un 10, para una casa construida bajo las exigencias del Passivhaus. ¿Por qué conformarse con un notable, cuando podemos obtener un sobresaliente?

Falso mito 2: no podré abrir las ventanas

Nada más lejos de la realidad. De hecho, si no se pueden abrir las ventanas, no te conceden la Certificación Passivhaus del edificio. Este falso mito es uno de los más recurrentes, cuando se habla de Passivhaus. Y uno de los más fáciles de desmontar. Es verdad que para que una vivienda o edificio hecho bajo los criterios del estándar funcione a “velocidad de crucero” las ventanas deben estar cerradas. De ese modo, el interior del edificio entrará en equilibrio, alcanzará una temperatura de confort y consumirá una energía mínima. Pero, en ciertas condiciones como, por ejemplo, en primavera, cuando la temperatura del exterior es agradable, el hecho de abrir las ventanas no tiene un perjuicio grande sobre las condiciones térmicas e higrométricas del edificio.

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En cualquier caso, pensemos en lo que ocurre en nuestras viviendas en verano o en invierno. ¿Alguien abre las ventanas en pleno agosto, con 45 ºC en el exterior? ¿O cuando hiela en invierno? Una vivienda Passivhaus te permite tener el interior del edificio con un aire perfectamente ventilado y a una temperatura confortable, gastando una cantidad mínima de energía, gracias al sistema de ventilación con recuperación de calor. En una vivienda “normal”, al abrir las ventanas estamos perdiendo energía, ya que el aire interior se calentará (en verano) o enfriará (en invierno), con el consiguiente aumento del consumo energético.

Otra ventaja del estándar, que nos garantiza un aire de calidad a buena temperatura manteniendo las ventanas cerradas es cuando vivimos en entornos urbanos y contaminados. Colocando un filtro en el sistema de ventilación estaremos introduciendo en el interior de nuestra vivienda un aire limpio y acondicionado térmicamente, con el consumo energético de un ventilador. ¿Os imagináis un aire libre de polen en primavera? ¿Algún alérgico entre nuestros lectores?

En resumen, que en un edificio Passivhaus se pueden abrir las ventanas, sin tener por ello graves problemas. La pregunta es, si con las ventanas cerradas tenemos un aire confortable y limpio, ¿para qué abrirlas?

Falso mito 3: no necesitaré calefacción ni aire acondicionado

Bueno, bueno, el estándar es muy bueno, pero no obra milagros. Cumpliendo sus exigencias, no se necesita acondicionamiento térmico extra la mayor parte del año, pero, en un clima como el mediterráneo, con inviernos suaves, pero veranos muy calurosos, hará falta un poquito de ayuda en los peores días del año. La buena noticia es que estamos hablando de equipos de poca potencia, que consumirán muy poca energía.

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Tanto para calefacción como para refrigeración lo más recomendable es, quizás, el suelo radiante, de muy bajo consumo energético, ya que trabaja con agua a menos temperatura, que un sistema convencional. A modo de ejemplo, se podría hablar de una temperatura del fluido de 35 C en invierno y 18 C en verano.

En cualquier caso, sea cual sea el sistema de acondicionamiento elegido, el ahorro, comparado con una vivienda convencional, puede llegar al 80 %. Una pasada, ¿no?

Falso mito 4: no me lo puedo permitir

En este falso mito se está cometiendo el mismo fallo que cuando compramos, por ejemplo, un coche híbrido. El coche es más caro que uno normal, sí, pero ¿y si en el cálculo metemos el coste global del coche durante su vida útil? En este caso, las cuentas van a ser bien distintas, dado que el consumo en combustible es muy inferior, y las averías, menos numerosas.

En una vivienda ocurriría lo mismo. La construcción de un edificio hecho bajo las exigencias del estándar Passivhaus puede ser un entre un 5 % y un 10 % más cara, esa es la realidad. Pero su gasto energético puede ser un 80 % inferior al de una vivienda convencional. Por poner un ejemplo, una casa “normal” ha costado 300.000 €, frente a una Passivhaus, que ha costado 315.000 €. El día que empieza a ser habitada, la vivienda convencional comienza a consumir energía para su acondicionamiento térmico, a razón de 1.000 € al año. Por otro lado, la vivienda Passivhaus solo necesita de 200 € al año para lo mismo. Considerando un ahorro de 800 € al año, habremos recuperado los 15.000 € de sobrecoste en menos de 20 años. Teniendo en cuenta que se construyen los edificios para una vida útil de 50 años, ¿salen las cuentas o no? Para los que queráis profundizar más en el tema económico, os invitamos a leer este artículo.

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El estándar Passivhaus lleva 25 años demostrando sus ventajas frente a sistemas constructivos convencionales, obteniendo edificios de consumo energético casi nulo. Está claro que económicamente funciona, las cuentas salen, pero esto no es, quizás, lo único importante. Hay que tener en cuenta que, siguiendo sus exigencias, se consiguen edificios con un alto confort interior, que redunda en una mejor calidad de vida de sus usuarios. Con esto, sobre todo, es con lo que podremos desmontar todos estos falsos mitos.

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